Vicente Villalobos, director ejecutivo de Escuela en Acción, destaca que esta metodología “potencia un conjunto de habilidades interpersonales, como la colaboración, la comunicación, la capacidad de llegar a consensos, el desarrollo de autonomía, donde se le da espacio al estudiante para idear y organizar su propio trabajo en equipo”.
Escuela en Acción es una organización dedicada al acompañamiento de escuelas y equipos directivos que buscan instalar procesos de innovación pedagógica en sus establecimientos a través del Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP). Se trata de una metodología cuyos protagonistas son los estudiantes, pue son ellos los constructores de su propio aprendizaje.
“Es un método antiguo. El primer libro que lo documenta es de 1918, pero que hoy es conocido como una metodología muy innovadora, ya que propone un método para organizar la enseñanza centrado en los estudiantes y en las interacciones pedagógicas que se dan en la sala”, explica Vicente Villalobos, director ejecutivo de Escuela en Acción.
Los proyectos que desarrollan los estudiantes no solo involucran más de una disciplina, lo que permite abordar diversos objetivos de aprendizaje, sino que permite un constante desarrollo de habilidades socioemocionales. “Hay momentos de investigación, de creación, de diseño, de construcción y de evaluación a través de actividades, lo que les permite vivir una gran experiencia de aprendizaje”, detalla.
¿Qué habilidades permite desarrollar el ABP en los estudiantes?
Dependerá mucho de las de las asignaturas que se quieran involucrar, pero el ABP por lo general está muy centrado en las habilidades del siglo 21. Hay mucha colaboración, porque son trabajos grupales; comunicación, ya que los estudiantes deben explicar sus proyectos y mostrarlos fuera de la sala de clases; creatividad; pensamiento crítico; entre otras habilidades.
¿De qué manera esto se relaciona con el Aprendizaje Socioemocional?
Por ejemplo, para desarrollar el pensamiento crítico se necesita mucho autoconocimiento. Para trabajar colaborativamente se requiere de autorregulación. O para ponerse de acuerdo es necesario entender las ideas de los otros, saber dialogar.
Todas habilidades socioemocionales importantes…
Sí. El Aprendizaje Basado en Proyectos potencia un conjunto de habilidades interpersonales como la colaboración, la comunicación, la capacidad de llegar a consensos, el desarrollo de autonomía, porque se le da espacio al estudiante para idear y organizar su propio trabajo en equipo con etapas, plazos, roles, etc.
Por otra parte, como trabajamos proyectos amplios, hay elementos centrales que se deben cumplir, donde uno de ellos es la autenticidad. Es decir, un estudiante tiene que poner sus intereses y motivaciones en el proyecto, lo que requiere de mucho autoconocimiento.
¿Y qué beneficios conlleva?
Cuando vinculas los intereses reales con el aprendizaje, terminas aprendiendo más de lo esperado. Empiezas a tener una lectura emocional más real de la situación, porque el estudiante está conectado con el proyecto, involucrado, están ahí, realmente presentes en la sala.
¿Podrías dar un ejemplo concreto?
Después de la pandemia los niños no tenían muchas ganas de dialogar e hicieron un proyecto llamado “Quién soy, de dónde vengo y a dónde voy”, en el que tenían que darse a conocer a través de fotografías. La profundidad con la que llegaron y sus reflexiones fue hermoso. Y eso es lo que buscamos en la educación, emociones reales.
¿Cuál es el principal desafío para impulsar el Aprendizaje Basado en Proyectos en las aulas de Chile?
Lo más complejo es que los profesores tienen que hacer un cambio de mentalidad y en las estrategias que ocupa para enseñar. Por eso en nuestro rol como fundación buscamos empujar este proceso, entregando herramientas a los profesores para que puedan hacer este cambio y empezar a mirar la sala de clases de una forma distinta.
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