Enseñarles que la inteligencia es flexible, propiciar una cultura del error y realizar halagos precisos son estrategias que ayudan en esta etapa y permiten prepararse para el retorno presencial obligatorio el próximo año, pues se mantiene a los alumnos más motivados durante el receso escolar, plantea la Fundación Impulso Docente.
Que los hombres tienen más habilidades para las matemáticas que las mujeres es una creencia que suele escucharse con frecuencia. Sin embargo, es más una creencia que un hecho. Según los últimos resultados disponibles del Simce, la brecha entre hombres y mujeres se redujo y el Diagnóstico Integral de Aprendizajes aplicado en pandemia también arrojó resultados similares entre alumnos y alumnas.
Pero más allá de los resultados, el problema es que cuando se instalan esa clase de creencias estas generan un impacto en los aprendizajes de los estudiantes. Es lo que la especialista estadounidense Carol Dweck, tras 20 años de investigación, confirmó: que las creencias que los estudiantes tienen de sí mismos impactan en su desarrollo y desempeño académico.
Para describir aquello, acuñó dos términos. Uno lo llamó mentalidad fija, que es la percepción de que la inteligencia y el talento son inmutables y que, por lo mismo, no hay mucho que las personas puedan hacer para cambiarlo. “Siguiendo el mismo ejemplo, si las mujeres están convencidas de que los hombres tienen un talento innato para las matemáticas y ellas no, es posible que no quieran esforzarse mucho más para rebatir algo que vendría dado”, explica María Jesús Bustamante, jefa de proyectos de Aprendizaje Socioemocional y Convivencia Escolar de la Fundación Impulso Docente.
A esa mentalidad fija se le contrapone la mentalidad de crecimiento, un concepto que cobra cada vez más relevancia en Chile, y que la Fundación Impulso Docente ha estado promoviendo con fuerza en las comunidades educativas a través de sus programas. “La mentalidad de crecimiento es la creencia de que todas las personas pueden desarrollar habilidades, aprender y superar desafíos, con esfuerzo, disciplina, constancia, búsqueda de nuevas estrategias o incluso solicitando ayuda cuando sea necesario”, agrega Bustamante.
Esta nueva forma de mirar el proceso de enseñanza y aprendizaje genera muchas oportunidades, especialmente en contextos complejos como el actual, durante el cierre de año escolar o de cara al retorno presencial obligatorio, donde los desafíos abundan. “Por una parte, permite que los estudiantes estén más preparados para enfrentar realidades cambiantes, como la pandemia; y por otra, aumenta su disposición a enfrentar retos, porque toda dificultad se transforma en un problema interesante de resolver, en una oportunidad para aprender algo nuevo”, explica la jefa de proyectos de Impulso Docente.
Prácticas concretas
Dado que las creencias que los estudiantes tienen de sí mismos impactan en sus aprendizajes, la Fundación Impulso Docente plantea que fomentar la mentalidad de crecimiento en el aula a través de prácticas concretas es fundamental, porque además permite mantener a los alumnos motivados y expectantes por seguir aprendiendo, sobre todo cuando se acerca el cierre del año escolar y las vacaciones.
Para ello, sugieren tres estrategias clave. La primera es enseñar a los estudiantes sobre la plasticidad cerebral y el funcionamiento del cerebro, enfatizando que es maleable y que puede realizar nuevas conexiones a medida que practicamos una habilidad, como un músculo que se ejercita.
Otra estrategia es fomentar una cultura del error, donde la sala de clases se convierte en un espacio seguro para equivocarse y cometer errores, ya que son considerados como parte del proceso de aprendizaje.
Una tercera práctica es realizar halagos precisos a los estudiantes, reforzando conductas o acciones reconociéndolas en el momento. En este caso, el foco debe estar puesto más en el proceso que en el resultado, es decir, dando la oportunidad de buscar nuevas herramientas si no funciona aquello que no está siendo efectivo en el desarrollo de la habilidad.
“Siempre las dificultades se convierten en desafíos y nuevas oportunidades para aprender cosas nuevas que nos permiten crecer en distintos ámbitos de nuestra vida. Lo importante es hacerse consciente de ese proceso y decidir tener una mentalidad de crecimiento para aprender de los errores, seguir intentando si es que no resulta la primera vez, considerando los fracasos como éxitos futuros y abrazar los retos, pues nuestro potencial es desconocido y, por último, aprender del feedback, ya que nos permite estar mejorando continuamente”, añade María Jesús Bustamante.
Bienestar socioemocional
La mentalidad de crecimiento es una habilidad de autoconciencia, es decir, una habilidad socioemocional que permite reconocer las emociones, pensamientos y valores y ver el impacto que tienen en el comportamiento. Para desarrollar una mentalidad de crecimiento que contribuya al bienestar socioemocional existen distintas estrategias. Impulso Docente recomienda tres:
Una es practicar la gratitud generando una instancia donde los estudiantes puedan identificar por qué se sienten agradecidos en distintos ámbitos de la vida, se agradezcan a sí mismos y a su entorno. “Es algo que nos hace sentir mejor y caminar hacia un bienestar emocional que predisponga de mejor manera tener una mentalidad de crecimiento”, dice Bustamante.
Reinterpretar positivamente también es una técnica que contribuye a desarrollar una mentalidad de crecimiento. Esto consiste en decidir la forma en la que se ve una situación, elaborando intencionadamente una narrativa interna que destaque los aspectos favorables o constructivos desde un autodiálogo positivo.
Por último, es muy importante, plantea Bustamante, reconocer las emociones. “Podemos utilizar herramientas como el medidor o la rueda emocional para aprender a identificar cómo nos sentimos. Cerrar los ojos e identificar si nuestra sensación del presente es agradable o desagradable, y etiquetar esa emoción con una palabra asertiva. Esto también nos permite fomentar los vínculos con nuestras familias, compartir esa emoción y empatizar con ella para luego reflexionar en conjunto cómo se puede seguir mejorando y aprendiendo de las distintas situaciones”, explica la jefa de proyectos de Impulso Docente.