Más de 2.300 docentes formados como mentores, pero menos de 300 profesores nuevos han sido acompañados

Según un análisis de la Fundación Impulso Docente, el número de mentores formados es un importante avance para el país. No obstante, sostienen que es crítico trabajar colaborativamente para aumentar las duplas de inducción, y que este acompañamiento puede contribuir a enfrentar la deserción y déficit de maestros.   

 

En marzo de 2016 se promulgó la Ley 20.903, creándose el Sistema de Desarrollo Profesional Docente. Para apoyar la inserción de docentes y educadoras(es) en su inicio de ejercicio, se estableció un proceso de inducción, en el cual los docentes “principiantes” son acompañados por un “mentor” docente con experiencia. La normativa señala, además, que esta inducción es “un derecho que tendrán todos los docentes que ingresan al ejercicio profesional en un establecimiento educacional subvencionado”.

A seis años de la puesta en marcha de esta ley, la Fundación Impulso Docente evaluó el avance en la implementación de este proceso de inducción para levantar propuestas que contribuyan a seguir fortaleciendo el sistema de acompañamiento a profesores y educadoras nóveles en el país, especialmente considerando las altas tasas de deserción y déficit docente que han mostrado diversos estudios.

Según cifras del Mineduc, desde que se promulgó la ley han sido formados como mentor —a través de una beca del Centro de Perfeccionamiento, Experimentación e Investigaciones Pedagógicas (CPEIP)— 1.812 docentes y 505 educadoras(es) de párvulos, involucrando una inversión del Estado de $1.602 millones (ver tablas).

Sin embargo, también se evidencia una brecha significativa entre el número de docentes y educadores formados como mentor y los docentes “principiantes” que han sido acompañados por dichos mentores. De acuerdo con las estadísticas del Mineduc, desde que se implementó la ley han sido acompañados solo 263 docentes y 16 educadores(as) de párvulos nóveles (ver tablas).

“El número de mentores formados representa un importante avance para el sistema educativo. Vemos que la mentoría y el acompañamiento docente se van instalando como parte de la cultura en los establecimientos educativos de Chile, y es importante valorar los esfuerzos que se han hecho”, destaca Bernardita Yuraszeck, directora ejecutiva de la Fundación Impulso Docente.

No obstante, agrega que es crítico avanzar hacia una siguiente etapa y empujar con más fuerza que todos los docentes y educadoras(es) novatos sean efectivamente acompañados por un mentor. “La mentoría es uno de los caminos formales que, como país, decidimos potenciar desde la política pública hace algunos años. Lo que falta es generar un compromiso transversal entre el Estado, sostenedores, directores y docentes para priorizar su correcta implementación y, en muchos casos, también darla a conocer”, señala Yuraszeck.

En el contexto del inicio del nuevo año escolar, además, agrega que “la pandemia nos ha dejado muchos aprendizajes. Y frente al retorno a clases presenciales, esta política pública también abre oportunidades para las comunidades educativas, ya que su foco es, precisamente, que profesores con más experiencia puedan transmitir esos aprendizajes a los docentes que están partiendo”.

Existe evidencia robusta sobre los múltiples beneficios que conlleva el proceso de mentoría y acompañamiento: mejora el bienestar y compromiso de docentes y educadoras de párvulos, favorece la estabilidad organizacional y contribuye a mejorar los aprendizajes de estudiantes.

Asimismo, por diversos estudios, sabemos que el país enfrenta una problemática importante relacionada con la deserción y el déficit de docentes.

“Según un estudio del CIAE publicado el 2014, una de las principales razones por las que los docentes dicen abandonar el aula es, precisamente, la falta de acompañamiento. En este contexto, la mentoría puede ser una de las respuestas para abordar este desafío país si lo trabajamos sistémicamente”, añade la directora ejecutiva de la Fundación Impulso Docente.

Un factor detrás de esta significativa brecha entre el número de mentores formados y docentes acompañados, explica el Mineduc, es que “la Ley 20.903, se promulga el año 2016, por tanto, el año 2017 se inicia en forma paulatina la implementación de los procesos de acompañamientos”. En este marco, precisan: “la primera convocatoria para docentes y educadoras(es) de párvulos al programa fue en 2017, iniciándose el proceso de acompañamiento el 2018. Paralelamente, se abrió una segunda convocatoria, proyectando su inicio el 2019, las cuáles por razones derivadas del estallido social tuvo que terminar el 2020. Luego, por la pandemia, la convocatoria del nuevo proceso de mentoría se realizó durante el 2020. Las duplas de esta cohorte desarrollan la primera fase de trabajo 2021, para terminar su segunda fase el 2022”.

“Sabemos que los últimos años para el sistema educativo han sido muy difíciles. No obstante, la educación es un ecosistema que está en constante cambio y, por lo mismo, las políticas públicas deben ser permanentemente evaluadas y revisadas colaborativamente para adaptarlas a nuevos contextos y necesidades que surgen”, sostiene Yuraszeck.

Propuestas para avanzar

El Mineduc ha hecho importantes esfuerzos para formar mentores, y como Impulso Docente sostenemos la relevancia de seguir potenciando y fortaleciendo el acompañamiento y la colaboración entre docentes y educadoras.

A partir de nuestra experiencia formando mentores, desde Impulso Docente proponemos:

Flexibilizar

Actualmente, según la Ley 20.903, para ser acompañado a través de una mentoría, el docente “principiante” debe tener un máximo de 38 horas de contrato. No obstante, este factor puede estar incidiendo en la postulación de docentes novatos al programa, ya que en la práctica es poco frecuente que un docente mantenga menos de 40 horas (salvo asignaturas muy concretas). Asimismo, los mentores deben acompañar presencialmente a docentes “principiantes” de otras comunidades educativas, lo que, por el contexto geográfico y de pandemia, muchas veces genera dificultades. A su vez, un mentor puede ser un actor relevante dentro de su propia comunidad educativa. Explorar formas de flexibilizar la normativa e incorporar el formato virtual o híbrido podría ayudar a que más docentes nuevos sean acompañados. En Impulso Docente hemos mantenido un programa 100% online que ha permitido continuar formando mentores de forma remota en diversas regiones, obteniendo buenos resultados.

Acompañar la implementación

Es importante entregar no solo los recursos, sino también las herramientas para que las comunidades educativas, especialmente los directores(as), puedan promover en sus colegios y jardines infantiles los procesos de inducción y dar a conocer los beneficios que conlleva. Asimismo, es necesario mantener una comunicación permanente para que quienes se están formando como docentes y educador(as) sepan que tendrán la oportunidad de ser acompañados por un mentor si ingresan a un establecimiento subvencionado por el Estado.

Mentoría desde la práctica

El proceso de inducción es voluntario y no está asociado a consecuencias. Dado los beneficios que conlleva el acompañamiento y la colaboración entre docentes y educadores(as), y teniendo en cuenta el enorme desafío respecto a la deserción y déficit docente, cabe preguntarse si es coherente que a futuro la política pública gire hacia que todo docente sin experiencia en aula o “principiante” realice una mentoría, o bien, que el proceso de acompañamiento comience antes, durante las prácticas profesionales.